martes, 15 de mayo de 2018

La Fuerza de la Herencia Familiar

Por: Brenda A.
El Legado que no podemos negar.

      Estando tan lejos de toda mi familia he venido descubriendo mucho que antes parecía no importar; descubro en mí gestos, movimientos, palabras o frases de mi familia. Puedo reconocer el momento en que mi mirada sonriente es como la que hacía mi Tío José, la sonrisa de lado que tenía mi Tata Cipriano, el dedo chueco índice que tiene mi papá, el sentido del humor de mi Tío Toño, siempre haciendo bromas de todo, sus frases inolvidables que sigo utilizando -y a todo mundo le platico que vienen de él-, en mis fotografías veo a mi madre también. Estamos indudablemente conectados de alguna forma con nuestra familia, mi hija que nunca ha convivido con su hermana mayor -hija por el lado de su papá- camina como ella, se ríe igual y las dos son muy creativas. Doy gracias  a la vida por saber de donde vengo, mis orígenes bien mexicanos y a quienes debo cada parte de mi.
      Tres de las personas de esta imagen ya no están físicamente aquí, su partida nos deja tristes, con una sensación de vacío que ya nadie podría ocupar, no podrá haber distancia que nos separe de ellos, porque aún viven de manera innegable y entrañable entre nosotros… basta con ver la sonrisa de los pequeños Toñito o Alexander por ejemplo y después en nuestros nietos y en los hijos de ellos, seguirán siendo parte de nuestra genética y raíces. No se irán, siempre estarán aquí entre nosotros, su espíritu, vivencias, la sensación de pertenencia y el sentido de integridad que nos legaron quedará entre nosotros, su huella permanecerá siempre.
Leí por ahí que después de 200 años ya nadie recordaría nuestro nombre… aunque así sea, sé que un gesto, un lunar o un soplo de vida proveniente de mi mamá Eva, aparecerán de repente en alguno de mis descendientes en el año 2210. No nos vamos nunca. Si observan bien, podrán ver una parte de ustedes en esta foto: su nariz, el color de cabello o las cejas, etc. (yo veo a mi primo Juan José en esta foto igualito a mi Tío Toño).

      Gracias a ese legado somos quienes somos y definitivamente alguien del pasado debió ser escritor porque tengo esta tendencia desde que aprendí a usar el lápiz muy pequeña y  me hace feliz en sobremanera. ¿para qué evitarlo? ¡Está en mis genes!
¡Los quiero familia!

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